jueves, 25 de septiembre de 2014

¿Alguna vez han querido congelar un momento?


Sugiero que mientras leas esto escuches Stop this train de John Mayer ya que era la canción que sonaba en el momento exacto en el que me hubiera gustado permanecer para siempre.
Uno dice este tipo de cosas cuando esta profundamente enamorado, cuando el lugar, la compañía y el tiempo son perfectos, cuando cada detalle es como debería ser y aunque me gustaría decir que así fue mi momento, la verdad es que fue todo lo contrario.
Fue en un lugar en el que no debería haber estado, uno que no tendría por que conocer, fue con una persona de la que no sé ni los detalles más básicos, fue a una hora en la que debía de estar en otro lado y aún así me hubiera quedado ahí por siempre.
Las ciudades hacen que tu camino se cruce con el de personas que nadie en su sano juicio pondría junto a ti, por mucho que lo neguemos todos estamos a la espera de alguien, si es que no lo encuentras aún, alguien que te complete y llene tus días de ese algo que le falta hasta a la persona más ocupada.
Pero mi alguien es diferente, el no me llena, el me vacía, pero sólo lo suficiente para quedar en blanco y luego me regala una nota que por un momento es lo único en mi, por un momento me hace sonreír.
Mi alguien es incapaz de sostener una conversación que no sea en persona, me pone nerviosa cada que se acerca y usa zapatos graciosos, mi alguien odia mi serie favorita y la critica cada que puede pero aún así la ve conmigo, odia las palomitas acarameladas pero me las compra, tiene un departamento muy pequeño y debo caminar mucho para llegar a el y aún así encuentro ese lugar más cómodo que mi propia casa.
En ese pequeñísimo departamento, en esa pequeñísima cama, el se recostó en mis piernas mientras la luz de la tarde entraba por la ventana, tomó su guitarra y comenzó a tocar una canción que nunca en mi vida había escuchado pero que ahora no dejo de repetir una y otra vez, cuando comenzó a cantar el resto del mundo se calló por un momento, al menos en mi mente, era como si me hubiera arrancado cada pensamiento y sentimiento con sus notas y fui como un cuaderno en blanco, uno en el que escribía con cada acorde una sonrisa natural, una sin motivo, una sincera porque no había nada más.
Y aunque no sé su color favorito o el nombre de sus papás sí sé que ese segundo que me regaló no se me olvidará jamás. Tengo la certeza de que nuestro tiempo no será mucho, como ya lo dije ni el loco más loco nos pondría juntos, no tengo planes de morir de amor y ciertamente el tampoco. Tal vez una tarde más, tal vez un par más, tal vez algunas notas más pero eso será suficiente porque me dio el momento, ese en el que a pesar de todo lo imperfecto me sentí como nueva, ese en el que borró todo lo bueno y lo malo y me dejó por un momento disfrutar sin prejuicios.

Gracias a la persona menos adecuada para mi porque me regaló algo que nadie me había dado antes.  

miércoles, 16 de julio de 2014

Nueva locación

En este tiempo aprendí que la distancia no siempre es mala, aprendí que los cambios ayudan a valorar, que sólo tienes el presente y más vale vivir en él, que nunca debes pasar de un plan improvisado (resultan mejor que los elaborados), aprendí que la diversión viene en todas las tonalidades y principalmente aprendí que, sin importar que tan lejos o cerca estén, algunas personas van contigo a todas partes. 
Este tiempo me cambió de por vida y ahora estoy más que lista para regresar y hacer esta ciudad más mía que antes. 
D.F. , YA ESTOY DE REGRESO. 

miércoles, 2 de julio de 2014

Disculpen el abandono

Después del viaje más épico que he hecho en mi vida les escribo para pedirles que nunca, no importa en que situación se encuentren, rechacen una perla negra.
Así como lo escuchan, una sola fue necesaria para iniciar la conversación que le dio un giro de 180° a mi manera de ver las cosas. No entraré en demasiados detalles, sólo puedo decir que mi mood desde ese día es: increíblemente feliz.
Jager, boost y agua mineral fueron el comienzo perfecto para algo que se quedará en mi mente por muchos años y que, con suerte, algún día les platicaré a mis hijos.

Suerte y muchas perlas negras para ustedes.

miércoles, 18 de junio de 2014

Un descanso

Ésta mandarina les escribe desde la mitad del dilema máximo de su vida, pero no les hablará de eso hoy porque al igual que yo, ustedes merecen un descanso.
Un día alguien me dijo que no existe nada que la arena y un poco de agua salada no puedan curar y si agregamos al plan un par de tablas de surf, dos amigas y toneladas de manzana picada y agua de pepino tenemos el día perfecto a la mitad de la tormenta.
-¿No me vas a preguntar por Alex?
-No, hoy es tu día.
¿Alguien podría pedir una mejor amiga? Llenas de arena y un par de raspones, con el cabello enredado y algo salado, apestando a bloqueador y todas con lentes de sol, así me reí como no lo hacía en mucho tiempo y por un par de horas lo olvidé.
Soy testimonio de que hasta el dolor de corazón más profundo da tregua así que pide tu día libre, ¡Te lo mereces!

Ésta mandarina no se queja hoy, sólo te pide que abras bien los ojos, tal vez tu playa esta más cerca de lo que crees.  

domingo, 15 de junio de 2014

Graduación.

Esa noche sería mi noche, el máximo desvelo en honor a los otros muchos que me costó llegar hasta ahí, una nueva forma de festejar gracias a la casi prematura muerte que el alcohol me hizo sufrir. Esa noche era para reír y bailar y sobre todo para gozar (sin alcohol, evidentemente).
Me propuse previamente ser la persona más fuerte de aquella noche, porque mientras los otros graduados sólo tenían motivos para festejar yo tenía motivos de sobra para llorar, una familia de tres personas, incluyéndome a mi, era bastante deprimente y hubieran visto el baile padre/hija, más forzado que con ganas el esposo de mi mamá me hizo el grandísimo honor de bailar conmigo y yo... yo seguía sonriendo. Cuando llegó la hora de bailar de verdad, nadie me sacó de la pista, ni el calor infernal, ni el dolor de pies y mucho menos Alex que en toda la noche me había dirigido contadas 10 palabras, obviamente no planeaba que hiciera más que eso, después de todo ella estaba ahí, su razón de sonreír se veía bella y Alex no tenía necesidad alguna de bailar con alguien más que no fuera ella. La música y las luces ayudaban un poco pero una vez fuera del salón el panorama se puso un poco más obscuro.
Ahí estaba yo, sobria, en una casa enorme de una de las mejores zonas del lugar, con alcohol suficiente para nadar en él era de esperarse a más de un dormido por los suelos. Escuchaba la música lejana y antes de que me diera cuenta ya estaba sentada en una banca escuchando a un pobre muchacho más conflictuado que yo:
-Gimnasio....... vida.... mamá...... suicidio....... adoptado...... loco..... imbécil
Es así literalmente como lo escuchaba, sus palabras eran tan rebuscadas que no tenían más sentido que el que acabo de describir y yo seguía ahí.
Mis pensamientos gritaban tan alto que entendía cada vez menos lo que él decía, esa era una de las situaciones más raras en las que había estado y definitivamente no era así como planeaba mi noche pero no había nada adentro de la casa que fuera mejor que la banca y el chico con problemas.
Llegó el amanecer y probablemente llevaba un par de horas sin decir una palabra pero a él parecía no importarle yo necesitaba no ver a Alex con ella y él necesitaba alguien que lo escuchara o al menos fingiera hacerlo.
No me quejo, tampoco lo presumo, fue una noche fuera de lo común y la única conclusión a la que llegué es que lo que sigue no puede ser peor que lo que ya pasó.

Le deseo suerte a la mandarina del futuro y confío en que sabrá como hacer de sus noches algo mejor que nuestra noche de graduación. Sólo hay que recordar que las cosas no son nunca como las mandarinas las esperan. 

Una mandarina egoísta

Tendemos a victimizarnos más de lo debido, somos todos egoístas y lo peor es que no lo notamos. El amor, debería de ser, entre todos los sentimientos que el humano es capaz de experimentar, el más altruista y me temo decir que son muy pocos los que lo entienden y son aún menos los que lo practican. No escribo con afán de demostrar mi humanidad diciendo que yo sí lo hago, porque no es así.
La teoría y la práctica son dos cosas muy distintas y me gustaría decir que en la práctica mi amor no es egoísta pero de nada serviría decirlo puesto que estoy bien consciente de que sí lo es y no estoy segura de si es una bendición o una maldición pero eso de engañarme a mi misma no se me da en lo absoluto.
No se me ocurre mejor manera de explicar este rebuscado tema que con un ejemplo, el mío.
Hace un par de años conocí a la persona más maravillosa que mi mundo haya visto jamás, hay que aclarar que incluso la persona más maravillosa que mi mundo haya visto jamás comete errores, y es que aunque soy una romántica la parte de idealizar a las personas no me ha llevado a ningún lado, y como no soy ninguna tonta, la lección esta aprendida.
Regresando a la persona más maravillosa que mi mundo haya visto jamás (de ahora en adelante Alex) les platicaré como lo conocí:
Soy una persona acostumbrada a los cambios pero por alguna razón esa mudanza me pareció, en su momento, la peor idea del mundo. Arrastrada por mi familia llegue a lo que me parecía la mismísima punta de la cola del diablo, lejos de todo lo interesante y lejos de todo lo bueno, mi llegada a este lugar trajo consigo una tremenda nube de pesimismo y apatía con un pequeño toque de odio que sólo parecía afectarme a mi. Días largos dentro del horno más grande del mundo me llevaron al borde de la locura hasta que un día Alex se ofreció a pasar por mi para hacer el servicio social más tedioso de la historia. Le di mi teléfono en caso de necesitara instrucciones más claras de como llegar a mi casa, pero antes de que me diera cuenta ya estaba en su camioneta junto con un par de perros bastante inquietos y deseando conocer el sabor de sus labios tan únicos.
Aunque mis palabras son directas, mis acciones no lo son y logré despedirme de él sin gritarle lo mucho que me gustaban sus labios, más tarde por la noche envié el primero de millones de mensajes que su celular y el mio han compartido. Comenzó con un hola y rápido se convirtió en lo que parecía coqueteo, aún no estoy segura de si lo fue o no, soy bastante mala con “las señales” el punto es que a partir de esa noche no han pasado más de 24 horas sin que hablemos.
Un provinciano atlético era justo el cambio que necesitaba y no tardé mucho en aceptar que moría por él. Hasta este punto todo iba perfecto pero ya sabemos que las cosas no son tan fáciles o no estaría escribiendo esto. La noticia cayó como una bomba, tenía novia. Con evidente razón me enojé como nunca antes lo había hecho pero ya era demasiado tarde, ya me tenía suspirando por él, pensé que las cosas entre ellos dos terminarían rápido así que me mantuve cerca, tontamente creí que sería tan fácil como lo había sido antes, no sabía en lo que me estaba metiendo.
Con el paso de los meses él me encantó más de lo que yo pude encantarlo a él, la nube ya no estaba y en su lugar pasaba horas mirando lo bello del lugar, literalmente hizo que me enamorara no sólo de él, también de su lugar, el problema era que el seguía con otra persona.
Con mis amigas hacía lo que cualquier otra niña hace con sus amigas, me quejaba, lloraba y maldecía a cupido porque claramente sólo había flechado a uno de los dos, mis amigas, como buenas amigas que son me decían cuan mejor era yo que su novia y en momentos de desesperación recurrían al “no te merece”. Ahora me doy cuenta de lo vacío de las palabras y de la rutina en la que caí, no me di cuenta de que mientras yo sufría por Alex, el pobre sufría por alguien más. ¿Lo notas? Yo lo quería lejos de ella pero no porque el se sintiera mal, sino porque yo me sentía mal. Clarísima muestra de mi egoísmo. Y vaya forma en la que me di cuenta, un día sin previo aviso lloró en frente de mi, en su carro vi como las lágrimas escurrían por sus cachetes y entonces conocí la peor sensación que existe, frustración. Verdadera frustración porque Alex, el niño de la sonrisa encantadora, el niño que había quitado la nube de encima de mi ahora tenía una propia encima de él y no había nada que yo pudiera hacer al respecto. Tuve un instantáneo roce con el verdadero amor, el altruista. En ese momento pude haber matado a alguien y hacer un trasplante de corazón para que el no tuviera que quedarse con el suyo roto, le hubiera dado el mío pero temí que estuviera más roto que el suyo, y entonces el roce terminó.
Creyendo que podía matar dos pájaros de un tiro lo besé. Le dejé claro con acciones como es que me sentía, o al menos eso creí.
Asuntos familiares me impidieron verlo físicamente por casi un mes y vaya sorpresa que me llevé al regresar, alguien más había logrado curar su corazón, alguien más lo hacía sonreír de nuevo, alguien más había quitado de encima de él la nube y en lugar de alegrarme me enfermé de celos, deseé que ella desapareciera aunque eso significarla verlo triste de nuevo, ¿Ves? Suena a lo más egoísta que alguien pudiera hacer pero eso es lo que yo hice, lo que la mayoría hace.
Otro momento de amor verdadero llegó a mi y decidí que estaría feliz si el lo era, aunque no fuera conmigo, pareció funcionar otro par de meses y es que el mundo no ha visto jamás semejante amistad, estuve segura y hasta la fecha lo estoy, de que si algún día estoy en China y por alguna razón lo necesito, él encontrará la manera de llegar ahí.
Digo que pareció funcionar porque ya expliqué que soy pésima engañándome a mi misma y aunque logro convencerme por algún tiempo de que él esta mejor con ella y de que yo estaré feliz mientras Alex lo este, siempre regresa a mi el egoísmo, siempre me encuentro a la mitad de la noche llorando porque no pude ser yo la que lo curó y hay días como hoy en los que me doy cuenta de que no podré ser realmente feliz hasta que 1. sea yo la razón por la que Alex sonríe o 2. tenga la valentía suficiente para alejarme y olvidarlo.


Lo sé, soy muy egoísta porque si tanto es mi amor por él, debería de procurar su bienestar, ¿no es así? Darse cuenta del egoísmo no esta ni tantito cerca de sacarlo de nuestras vidas.

Comencemos de nuevo

Comenzar de nuevo es una cualidad que esta plataforma ofrece así que no la desaprovecharemos. 
Junto con cada etapa nueva vienen cambios grandes y aunque no queramos aceptarlo siempre terminamos diferentes a como empezamos el viaje. 
Les escribe una nueva mandarina, una que no promete escribir seguido pero sí promete escribir mejor.