Sugiero
que mientras leas esto escuches Stop this train de John Mayer ya que
era la canción que sonaba en el momento exacto en el que me hubiera
gustado permanecer para siempre.
Uno
dice este tipo de cosas cuando esta profundamente enamorado, cuando
el lugar, la compañía y el tiempo son perfectos, cuando cada
detalle es como debería ser y aunque me gustaría decir que así fue
mi momento, la verdad es que fue todo lo contrario.
Fue
en un lugar en el que no debería haber estado, uno que no tendría
por que conocer, fue con una persona de la que no sé ni los detalles
más básicos, fue a una hora en la que debía de estar en otro lado
y aún así me hubiera quedado ahí por siempre.
Las
ciudades hacen que tu camino se cruce con el de personas que nadie en
su sano juicio pondría junto a ti, por mucho que lo neguemos todos
estamos a la espera de alguien, si es que no lo encuentras aún,
alguien que te complete y llene tus días de ese algo que le falta
hasta a la persona más ocupada.
Pero
mi alguien es diferente, el no me llena, el me vacía, pero sólo lo
suficiente para quedar en blanco y luego me regala una nota que por
un momento es lo único en mi, por un momento me hace sonreír.
Mi
alguien es incapaz de sostener una conversación que no sea en
persona, me pone nerviosa cada que se acerca y usa zapatos graciosos,
mi alguien odia mi serie favorita y la critica cada que puede pero
aún así la ve conmigo, odia las palomitas acarameladas pero me las
compra, tiene un departamento muy pequeño y debo caminar mucho para
llegar a el y aún así encuentro ese lugar más cómodo que mi
propia casa.
En
ese pequeñísimo departamento, en esa pequeñísima cama, el se
recostó en mis piernas mientras la luz de la tarde entraba por la
ventana, tomó su guitarra y comenzó a tocar una canción que nunca
en mi vida había escuchado pero que ahora no dejo de repetir una y
otra vez, cuando comenzó a cantar el resto del mundo se calló por
un momento, al menos en mi mente, era como si me hubiera arrancado
cada pensamiento y sentimiento con sus notas y fui como un cuaderno
en blanco, uno en el que escribía con cada acorde una sonrisa
natural, una sin motivo, una sincera porque no había nada más.
Y
aunque no sé su color favorito o el nombre de sus papás sí sé que
ese segundo que me regaló no se me olvidará jamás. Tengo la
certeza de que nuestro tiempo no será mucho, como ya lo dije ni el
loco más loco nos pondría juntos, no tengo planes de morir de amor
y ciertamente el tampoco. Tal vez una tarde más, tal vez un par más,
tal vez algunas notas más pero eso será suficiente porque me dio el
momento, ese en el que a pesar de todo lo imperfecto me sentí como
nueva, ese en el que borró todo lo bueno y lo malo y me dejó por un
momento disfrutar sin prejuicios.
Gracias
a la persona menos adecuada para mi porque me regaló algo que nadie
me había dado antes.
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