Tendemos
a victimizarnos más de lo debido, somos todos egoístas y lo peor es
que no lo notamos. El amor, debería de ser, entre todos los
sentimientos que el humano es capaz de experimentar, el más
altruista y me temo decir que son muy pocos los que lo entienden y
son aún menos los que lo practican. No escribo con afán de
demostrar mi humanidad diciendo que yo sí lo hago, porque no es así.
La
teoría y la práctica son dos cosas muy distintas y me gustaría
decir que en la práctica mi amor no es egoísta pero de nada
serviría decirlo puesto que estoy bien consciente de que sí lo es y
no estoy segura de si es una bendición o una maldición pero eso de
engañarme a mi misma no se me da en lo absoluto.
No
se me ocurre mejor manera de explicar este rebuscado tema que con un
ejemplo, el mío.
Hace
un par de años conocí a la persona más maravillosa que mi mundo
haya visto jamás, hay que aclarar que incluso la persona más
maravillosa que mi mundo haya visto jamás comete errores, y es que
aunque soy una romántica la parte de idealizar a las personas no me
ha llevado a ningún lado, y como no soy ninguna tonta, la lección
esta aprendida.
Regresando
a la persona más maravillosa que mi mundo haya visto jamás (de
ahora en adelante Alex) les platicaré como lo conocí:
Soy
una persona acostumbrada a los cambios pero por alguna razón esa
mudanza me pareció, en su momento, la peor idea del mundo.
Arrastrada por mi familia llegue a lo que me parecía la mismísima
punta de la cola del diablo, lejos de todo lo interesante y lejos de
todo lo bueno, mi llegada a este lugar trajo consigo una tremenda
nube de pesimismo y apatía con un pequeño toque de odio que sólo
parecía afectarme a mi. Días largos dentro del horno más grande
del mundo me llevaron al borde de la locura hasta que un día Alex se
ofreció a pasar por mi para hacer el servicio social más tedioso de
la historia. Le di mi teléfono en caso de necesitara instrucciones
más claras de como llegar a mi casa, pero antes de que me diera
cuenta ya estaba en su camioneta junto con un par de perros bastante
inquietos y deseando conocer el sabor de sus labios tan únicos.
Aunque
mis palabras son directas, mis acciones no lo son y logré despedirme
de él sin gritarle lo mucho que me gustaban sus labios, más tarde
por la noche envié el primero de millones de mensajes que su celular
y el mio han compartido. Comenzó con un hola y rápido se convirtió
en lo que parecía coqueteo, aún no estoy segura de si lo fue o no,
soy bastante mala con “las señales” el punto es que a partir de
esa noche no han pasado más de 24 horas sin que hablemos.
Un
provinciano atlético era justo el cambio que necesitaba y no tardé
mucho en aceptar que moría por él. Hasta este punto todo iba
perfecto pero ya sabemos que las cosas no son tan fáciles o no
estaría escribiendo esto. La noticia cayó como una bomba, tenía
novia. Con evidente razón me enojé como nunca antes lo había hecho
pero ya era demasiado tarde, ya me tenía suspirando por él, pensé
que las cosas entre ellos dos terminarían rápido así que me
mantuve cerca, tontamente creí que sería tan fácil como lo había
sido antes, no sabía en lo que me estaba metiendo.
Con
el paso de los meses él me encantó más de lo que yo pude
encantarlo a él, la nube ya no estaba y en su lugar pasaba horas
mirando lo bello del lugar, literalmente hizo que me enamorara no
sólo de él, también de su lugar, el problema era que el seguía
con otra persona.
Con
mis amigas hacía lo que cualquier otra niña hace con sus amigas, me
quejaba, lloraba y maldecía a cupido porque claramente sólo había
flechado a uno de los dos, mis amigas, como buenas amigas que son me
decían cuan mejor era yo que su novia y en momentos de desesperación
recurrían al “no te merece”. Ahora me doy cuenta de lo vacío de
las palabras y de la rutina en la que caí, no me di cuenta de que
mientras yo sufría por Alex, el pobre sufría por alguien más. ¿Lo
notas? Yo lo quería lejos de ella pero no porque el se sintiera mal,
sino porque yo me sentía mal. Clarísima muestra de mi egoísmo. Y
vaya forma en la que me di cuenta, un día sin previo aviso lloró en
frente de mi, en su carro vi como las lágrimas escurrían por sus
cachetes y entonces conocí la peor sensación que existe,
frustración. Verdadera frustración porque Alex, el niño de la
sonrisa encantadora, el niño que había quitado la nube de encima de
mi ahora tenía una propia encima de él y no había nada que yo
pudiera hacer al respecto. Tuve un instantáneo roce con el verdadero
amor, el altruista. En ese momento pude haber matado a alguien y
hacer un trasplante de corazón para que el no tuviera que quedarse
con el suyo roto, le hubiera dado el mío pero temí que estuviera
más roto que el suyo, y entonces el roce terminó.
Creyendo
que podía matar dos pájaros de un tiro lo besé. Le dejé claro con
acciones como es que me sentía, o al menos eso creí.
Asuntos
familiares me impidieron verlo físicamente por casi un mes y vaya
sorpresa que me llevé al regresar, alguien más había logrado curar
su corazón, alguien más lo hacía sonreír de nuevo, alguien más
había quitado de encima de él la nube y en lugar de alegrarme me
enfermé de celos, deseé que ella desapareciera aunque eso
significarla verlo triste de nuevo, ¿Ves? Suena a lo más egoísta
que alguien pudiera hacer pero eso es lo que yo hice, lo que la
mayoría hace.
Otro
momento de amor verdadero llegó a mi y decidí que estaría feliz si
el lo era, aunque no fuera conmigo, pareció funcionar otro par de
meses y es que el mundo no ha visto jamás semejante amistad, estuve
segura y hasta la fecha lo estoy, de que si algún día estoy en
China y por alguna razón lo necesito, él encontrará la manera de
llegar ahí.
Digo
que pareció funcionar porque ya expliqué que soy pésima
engañándome a mi misma y aunque logro convencerme por algún tiempo
de que él esta mejor con ella y de que yo estaré feliz mientras
Alex lo este, siempre regresa a mi el egoísmo, siempre me encuentro
a la mitad de la noche llorando porque no pude ser yo la que lo curó
y hay días como hoy en los que me doy cuenta de que no podré ser
realmente feliz hasta que 1. sea yo la razón por la que Alex sonríe
o 2. tenga la valentía suficiente para alejarme y olvidarlo.
Lo
sé, soy muy egoísta porque si tanto es mi amor por él, debería de
procurar su bienestar, ¿no es así? Darse cuenta del egoísmo no
esta ni tantito cerca de sacarlo de nuestras vidas.